Los milagros del AT

Pbro. Ernesto María Caro

Pregunta:

Padre, te escribo para saludarte y felicitarte por la idea de resolver las preguntas y dudas de tus lectores. Yo quiero preguntarte acerca del maná. En virtud de que en el evangelio de estas últimas semanas se ha hablado del “pan que baja del cielo”, algunos “conocedores” me han dicho que realmente no es un pan caído del cielo sino que tiene una explicación científica. Esta persona nos comentó que en la región del desierto donde habitaba el pueblo de Israel durante el éxodo hay un cierto tipo de árbol que como fruto da unas vainas muy grandes, estas vainas se abren por la noche y segregan un tipo de resina que con el frío de la noche se solidifica y eso es lo que el pueblo judío recogía por las mañanas, pero como no sabían cuál era el origen de esa “resina” pues entonces lo consideraron un pan venido del cielo. También nos explicó que lo de las codornices que atrapaban los judíos durante el éxodo se daba porque estaban en una ruta de inmigración de estas aves, resulta entonces que estoy confundido. ¿Es el maná realmente un pan caído del cielo? o ¿Es la resina de un árbol? Se que de cualquier forma es algo que Dios provee, pero si alguien me pregunta quisiera tener una mejor respuesta.

Respuesta:

Querido hermano: Ciertamente que muchos de los eventos relatados por la biblia pueden tener una explicación científica o se puede pretender una explicación científica, pero a la base de todo ello está la acción del Dios que salva y que realiza verdaderos prodigios. Sobre el nombre, hay varias explicaciones; la interpretación que nos da la biblia es que el pueblo al ver el maná, no sabían que era esa capa blanquecina que tapizaba el suelo y exclamaron “man hu” que en hebreo significa: “¿qué es esto? Para algunos estudiosos, esta traducción no es exacta, sino que más bien piensan ellos que debería traducirse: “¿es esto maná?”. Ello debido a que la apariencia de lo que ellos vieron en el suelo al amanecer, era muy semejante en textura a una sustancia que conocían ellos en Egipto y que se llama precisamente “mannu”.

En relación al árbol que lo produce, ciertamente existe un árbol en la zona del desierto del Sinaí (lugar en donde acampaban por ese entonces los israelitas), que es llamado tamarix mannifera y que al ser picado por algunos insectos deja caer una especie de resina. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos de la biblia (como lo puedes ver en los diferentes comentarios modernos como “el comentario bíblico San Jerónimo” y otros), han concluido que, aunque algunos aspectos del maná se identifican con esta resina, muchos otros no pueden ser identificados con ella. Por ejemplo, la resina de este árbol no puede ser molida en un mortero como dice la escritura que lo hacían con el maná (Nm 11, 8), ni tampoco puede ser hervida y hecha pan, que era la manera como preparaban el maná para el día sábado (Ex 16, 22-23). Esta resina, tampoco se pudre o cría gusanos, como dice la Escritura que ocurría con el maná (Ex 16, 20), pues la resina de este árbol puede ser guardada indefinidamente. Finalmente, esta resina es prácticamente una glucosa que difícilmente podría haber estado a la base de la alimentación del pueblo por todo el tiempo que estuvieron en el desierto (es más, si bien es cierto que este árbol seguramente existió en una cantidad mayor que la que existe hoy en día, difícilmente podría haber dado suficiente resina para que todo el pueblo comiera). Existe otro árbol en la región que se llama “espinas de camello” (alhagi camelorum) a la cual se le pueden aplicar la mayoría de las restricciones que he indicado. De manera que, quien habla de una fruta que derrama resina no conoce bien este tipo de árboles y sus frutos. Sin embargo, decíamos que no se puede descartar una explicación aceptable, que explica (si es que esto se puede hacer) el milagro.

Existe otra planta llamada lenora esculenta la cual es originaria del Oeste de Asia y del Norte de África. Esta produce una semilla que se desprende fácilmente de la planta y es transportada a grandes distancias por el aire y muchas veces cae como si fuera una lluvia. En tiempos de hambre esta semilla se muele y se mezcla con otras substancias para hacer una especie de pan. Sin embargo, esta semilla es seca e insípida y posee muy bajo valor nutritivo. Como ves, ciertamente el maná debió ser algún tipo de sustancia natural, pero la manera como cayó (en este caso arrastrada miles de kilómetros) no pude ser sino objeto de un milagro ya que de otra manera no se puede explicar, esto sin contar que debió de alguna manera ser enriquecida en su valor nutritivo y su sabor. Es por ello que este acontecimiento no sólo es mencionado en el Éxodo sino también en el Salmo 78(77), 24-25 en el cual es llamado pan del cielo y pan de los ángeles, el pan enviado por medio de los ángeles, lo cual no nos deja duda de que el evento del desierto se refiere ciertamente a una acción que no puede ser explicada sin la intervención directa y milagrosa de Dios.

Finalmente, sobre las codornices, debemos mencionar que emigran desde Europa a la península del Sinaí, las cuales agotadas por el viaje llegan a tierra y son fáciles de atrapar. Sin embargo, este fenómeno sólo ocurre en otoño, por lo que resulta difícil de aceptar que hubiera codornices todo el año, a menos que aceptemos que para ello fue necesario la mano de Dios. Ciertamente existen elementos naturales que fueron usados por Dios para realizar el milagro. De manera que no podemos, como cristianos, aceptar que todo en la Escritura es explicable únicamente por causas naturales. Detrás de todas las maravillas que el pueblo ha vivido, está la mano de Dios, del Dios del amor que cuida y protege a su pueblo: que lo alimenta, que lo guía, que lo protege, que lo fortalece, que lo ama como un padre y una madre. Este es el Dios revelado por Cristo y en Cristo. Espero que todo esto haya ayudado a tu fe.