¿Dios abandona?

Pbro. Ernesto María Caro

Pregunta:

Padre, soy de Panamá y quiero decirle que a veces me siento desesperado y reniego de Dios. Como no conseguía trabajo busqué refugio en la santería. Al principio todo es tierno, pero después me sentía vacío, solo. Padre, ¿qué hago cuando siento que Dios se ha apartado de mí?

Respuesta:

Mi querido hermano, Dios jamás se aparta de nosotros ni siquiera cuando pecamos. Es más real y presente que nosotros mismos, “en Dios vivimos, nos movemos y existimos .”(cfr. Hch 17, 28). Es el demonio quien nos mete en la cabeza el pensamiento de que Dios nos ha abandonado. Esto es común en la gente que tiene poca o nula relación Dios y por ello no lo conoce. Gente que piensa que Dios es un “bombero” que está siempre listo para apagar el fuego, o un “genio” que al orar sale de la lámpara mágica para resolver nuestra vida; cuando la realidad no se acerca a ninguna de estas dos concepciones, pues, Jesús ante todo nos ha revelado que Dios es un Padre amoroso que está siempre atento de sus hijos, y que como buen padre también sabe decir “no”.

Quien no conoce a Dios, y pide algo y Dios no se lo resuelve de la forma y en el tiempo en que él lo espera, inmediatamente viene el demonio para decirle: “Ya ves, te lo dije: Dios no te quiere”, o “Dios no existe, pierdes tu tiempo”. Así, de esta manera, sorprende a muchos hermanos y los arrastra a la santería como te ocurrió a ti, pero a otros los lleva por el camino de los adivinos (lectura de las cartas y del café) o por el camino de la superstición (los horóscopos) o por caminos de relajación y meditación en busca de un Dios que no existe (la yoga, la meditación trascendental o la metafísica) o incluso algunos hasta a las ciencias ocultas y el satanismo.

Cuando, por alguna razón sentimos que Dios no nos responde, o incluso que su presencia huye de nuestro pensamiento, debemos saber que esto es un sentimiento o pensamiento que está siendo inspirado por el enemigo del reino y que debemos resistirlo. Es necesario hacer un acto de fe y ponernos en oración, para evitarlo. Es necesario recurrir a la Palabra de Dios en la cual es evidente que Jesús, el Hijo de Dios, murió por ti y que su sangre redentora es el testimonio más fuerte, junto con su cruz, del amor de Dios por nosotros, que como dice San Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, el peligro, o la espada?... En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Rm 8, 35.37-39).

Recuerda siempre estas palabras y en los momentos de duda, de soledad, de persecución, de incertidumbre, sé consciente de la presencia de Dios y recuerda en tu corazón las palabras: “Así dice el Señor tu Creador, oh, Jacob, y el que te formó, oh, Israel: No temas, porque yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si pasas por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará. Porque yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. Eres precioso a mis ojos, digno de honra, y yo te amo” Is 43, 1-4.