Adviento y Navidad
Pbro. Ernesto María Caro
Ya desde hace algunas semanas la publicidad se ha ido encargando
de hacernos conscientes que la Navidad
está ya cerca,
que ya es tiempo de irnos preparando para una fecha tan especial.
Así, que a través
de todos sus medios, y de manera
particular de su encargado de comercialización, un viejito
muy dulce vestido de
color rojo y al que llaman Santa Claus,
nos recuerda que ya es tiempo de ir preparando nuestra lista
de regalos (y por
supuesto nos da miles y miles de ideas de cómo
y dónde adquirirlos), comprar nuestro Pino de Navidad
(el
cual debe estar adornado con los mejores listones, esferas
y foquitos), adornar nuestras casas con motivos "rojos y
verdes" (que son el color propio de este tiempo ¿?),
revisar nuestra agenda para ver cuándo serán las
posadas de la compañía, del barrio, de los amigos
(claro para que no falte en la fiesta lo que hará que
esté "animada", aunque claroÂÂ… siempre
con medida ¿?), finalmente tener todo listo para la
cena
de Navidad, la cual debe ser ESTUPENDA (y en la cual nos ofrece
que el mismo Santa Claus se encargará de
llevar todo cuanto
habremos comprando).
Con estas acciones, va logrando, o mejor dicho, ha ido logrando
que la actual fiesta de Navidad muchas veces NO tenga nada que
ver con su sentido original, haciéndola pasar de una
fiesta
religiosa a una fiesta comercial.
1. Origen de la Navidad
Dada la forma como se extendió el cristianismo, en donde
lo más importante era el anuncio de la
salvación
en Cristo, por medio de su muerte y resurrección, hizo
que muchos datos no fueran recogidos con
exactitud por la historia.
Entre ellos está la fecha exacta (mes y día) del
nacimiento de Jesús,
ya que lo importante era "la
certeza de la encarnación". Por ello, san Lucas que
sitúa
históricamente este acontecimiento se concreta
a decir que el nacimiento de Jesús tuvo lugar durante
el
censo realizado por Cesar Augusto, siendo Quirino gobernado
de Siria (Lc 2,1), lo cual no nos da mucha información
ya que el censo al parecer duraría unos 3 años
en realizarse en todo el imperio y Quirino quien de acuerdo a
Flavio Josefo, historiador de ese tiempo, fue gobernador de esta
provincia romana del 3 a.C. hasta el 6 d.C.. Otro dato que
emerge
de la Escritura es el hecho de que María concibió a
Jesús 6 meses después de que
santa Isabel concibiera
a san Juan (Lc 1,36), que de acuerdo a Lc 1,23-24) sería
al final del periodo que le
tocaba a Zacarías realizar
sus servicios en el templo. Finalmente está el dato que
los pastores estaban
durmiendo a la intemperie, por lo que debe
ser un tiempo en el hace calor, aun en la noche (Lc 2,8).
Con
estos datos, quienes recientemente han estudiado este aspecto
histórico de Jesús, han llegado a la conclusión
que muy posiblemente Jesús haya nacido durante la primavera.
Ahora bien, ¿cómo es entonces que
celebramos su
nacimiento el 25 de diciembre?
Esto obedece sin lugar a dudas a una acción pastoral
de la Iglesia, la cual extendida por todo el imperio, adopta
como fecha del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre con el
fin de sustituir con ella la fiesta pagana difundida en todo
el imperio llamada: "Natalis solis invicti", que
celebraba
la victoria del sol contra las tinieblas (producto del Solsticio
de invierno), misma que fue establecida por
el emperador Aureliano
en el 274 a.C. en honra al Dios "sol" de los Sirios.
De esta manera, una fiesta que
era pagana se convirtió con
el paso del tiempo en una fiesta cristiana la cual se extendió rápidamente
en toda la Iglesia, principalmente de Occidente.
Desde entonces la vida cristiana gravitaría en dos polos,
la fiesta de la Navidad y la Pascua. Para la preparación
de dichas fiestas se establecieron con el correr de los
años,
un periodo de preparación. Así nacieron la Cuaresma
y el Adviento.
Ya para el siglo VI se tienen noticias ciertas de una preparación
para la celebración de la Navidad que estaba
caracterizada
por algunos días de ayuno y oración intensa. Esta
preparación, durante el Medievo,
fue llamada Adviento,
ya que esta palabra (del latín "adventus"),
no solo significaba
preparación, sino que estaba referida
a la serie de preparativos que se realizaban en una ciudad para
recibir a
algún alto dignatario de estado. Por ello el
Adviento cristiano, centraba su atención en la preparación
de toda la comunidad para celebrar la fiesta de la Navidad con
un fuerte espíritu de gozo, pero al mismo tiempo acentuaba
la perspectiva de la segunda venida de Cristo, para la cual era
necesario estar preparado, realzándose el aspecto de
conversión
persona.
El Concilio Vaticano II, ha querido conservar estas dos dimensiones
del Adviento, por lo que la liturgia y la acción pastoral
debe centrarse en una preparación espiritual que mueva
a la conversión a la comunidad en la espera gozosa de
la segunda venida de Cristo y al mismo tiempo, la invite a
celebrar
en la alegría y la paz del Espíritu Santo la memoria
del nacimiento de Nuestro Salvador. El
Catecismo de la Iglesia
Catolica dice: «Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento,
la Iglesia actualiza esta
espera del Mesías: participando
en la larga preparación de la primera venida del Salvador,
los fieles
renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida» CEC
524.
Como preparación a esta celebración
y a fin de
recordar de manera más viva el misterio de la Encarnación
de Cristo, san Francisco de
Asís (1223) construyó a
las afueras de la ciudad, lo que hoy llamaríamos "nacimiento",
invitando a todos los pobladores a reunirse para orar y contemplar,
lo que el llamara "el misterio más sublime de Dios:
la Encarnación de Jesús".
Los primeros evangelizadores de América, trajeron consigo
esta tradición, lo cual se presentaba idónea para
evangelizar a los moradores de nuestro continente, gente
sencilla
y de gran imaginación.
Así mismo introdujeron lo que hoy conocemos como las
Posadas, que en su inicio era una Novena de preparación
para la celebración de la Navidad. En esta
preparación
se aprovechaba, no solo para orara, motivo principal de la reunión,
sino incluso para
catequizar a los indios. Así nació también
la tradición de las piñatas, la cual era una olla
de barro cubierta con papeles de muchos colores y en forma de
una estrella. Esta representaba el pecado, que se presenta
siempre
atractivo a la vista, pero que -explicaban los catequistas -
termina destruyendo la vida de aquel que no se
aparta de él.
Para combatirlo se debe luchar con la fuerza de Dios, la cual
era representada por un palo, y
guiados solo por la fe (con los
ojos vendados) y ayudado de los demás hermanos, quienes
le hace saber donde
está la estrella con el fin de de
acabar con ella. Cuando finalmente el pecado es vencido (cuando
se rompe la
olla de barro) la gracia se derrama sobre todos,
representados por las frutas y golosinas que los evangelizadores
previamente habían puesto.
En otras palabra, el Adviento es un tiempo en el que se debe
profundizar en
el misterio de nuestras salvación, el cual
se inicia con el nacimiento de Cristo. Es un tiempo propicio
para la
oración, de manera particular la oración
en familia, recordando que precisamente Jesús quiso nacer
en una familia como la nuestra. Es tiempo de crecer en la caridad,
y en el compartir, al recordar que, Jesús, siendo Dios
nos retuvo para si la gloria que merecía como Dios, sino
que se hizo como uno de nosotros (cf. Fil 2), y que, como
dice
san Agustín, se hizo pobre para que nosotros nos hiciéramos
ricos, compartió con nosotros
todo lo que tenia, incluso
su Madre Santísima.
2. Re-Evangelizar desde nuestra
realidad
Como vemos, nuestra realidad, en la mayoría de los casos,
dista
mucho de ser lo que fue en un principio y lo que en realidad
debe de ser. El Adviento se ha convertido en un agitado tiempo
de hacer compras, con poco o ningún tiempo para la oración;
la celebración ha dejado de estar centrada en la
Encarnación
de Cristo, para ser poco a poco substituida por la figura de
Santa Claus; las posadas han dejado de
ser un momento y una oportunidad
para orar y para la catequesis (sobre todo de los niños),
para convertirse en
alegres fiestas que en el mejor de los casos,
nada tienen que ver con Cristo y su misterio, por lo cual si
lo vemos
fríamente no tienen ningún sentido que
no sea el social; el nacimiento, elemento de catequesis y motivo
de contemplación de la humildad de nuestro Dios, poco
a poco ha sido substituido por el Arbol de Navidad, que a pesar
de los esfuerzos de la Iglesia por evangelizar este signo, permanece
aun con un carácter de simple ornato para estas
"fiestas".
De esta manera, el 25 de diciembre, pasa a ser también
solo una fiesta familiar, en la que
muchas veces el único
ausente es Jesús, pues todo se centra en el intercambio
de regalos y la cena. Todos
los esfuerzos de la Iglesia por convertir
una fiesta pagana en una fiesta cristiana, no solo se han vista
neutralizados, sino que la fuerza del neo-paganismo ha ido cambiando
la fiesta cristiana, de nuevo en una fiesta pagana.
Es tiempo pues de levantar la cabeza y de regresarle su verdadero
sentido tanto al Navidad como a la preparación para
ésta.
3. Sugerencias prácticas
Primero: Darle su lugar a Santa Claus
Uno de los más grandes problemas con los que
nos encontramos
es la creciente fe de los niños en la "omnipresencia" de
Santa Claus, quien ve todo y
es quien juzga nuestras acciones
para premiarnos o no. Con ello, poco a poco durante la época
de Navidad, se ha
ido vaciando en la conciencia de los niños
la verdadera idea de Dios, al menos del Dios anunciado por Cristo.
Para muchos de ellos, hoy por hoy, Navidad significa; Santa Claus.
¿Que hacer? La respuesta no es sencilla pues involucra
muchos elementos y aspectos de la vida del niño y de su
relación con los demás niños con los
cuales
convine diariamente y cuyos padres pueden no estar de acuerdo
con está realidad. Por ello, creemos que
ante todo se
debe tener prudencia, como en todos los temas delicados que pueden
afectar el desarrollo de los
niños y su comprensión
del mundo y de la fe.
Consideramos que un buen inicio sería el
tratar el tema
y la figura actual de Santa Claus, como lo que es: UN CUENTO,
como pude ser el de Pinocho o Blanca
Nieves, y así colocarlo
correctamente en la historia y en la perspectiva cristiana. Es
necesario entonces
instruir a los niños en la verdadera
historia de Santa Claus.
Pero, y ¿quien es en realidad Santa
Claus? Bueno, pues,
su historia se remonta al siglo IV a un lugar en Turquía
llamado Bary, en donde vivió
un santo Obispo, llamado
Nicolás, el cual se distinguió entre otras cosas
por atender de manera especial
a los niños pobres. Su
historia nos relata que en una ocasión resucitó a
tres niños, por lo
que a la muerte del obispo (342),
se multiplicaron una serie de prodigios y milagros que hicieron
que creciera
rápidamente su devoción y su culto,
principalmente en los pueblos del norte de Europa que celebraban
su
fiesta el 6 de Diciembre.
En la época de la Reforma, los holandeses que se separaron
de la Iglesia
Católica, cambiaron la fiesta religiosa
de san Nicolás, es decir "Sint Klaes", por una
fiesta
secular en la cual se identificaba, al santo con un personaje
del Polo Norte, rodeado de duendes y que se encargaba de llevar
regalos a los niños en Navidad. Al rededor del año
1600 esta tradición nórdica relacionada con la
Navidad fue traída a Nueva York por los primeros colonizadores
de Holanda y Alemania quienes en su nombre regalaban
dulces y
regalos a los niños. Con su incorporación al Ingles
su nombre pasó de "Sint
Klaes" a "Santa
Claus" que es como lo conocemos hoy. Este personaje fue
adoptado así como el
simbolo de la Navidad en los Estados
Unidos.
Alguien dirá: El contarles esta historia sobre san
Nicolás ¿no
matará la inocencia del niño? O ¿Ahora cómo
le diremos a nuestros
niños que "Santa" no existe,
que todo es un cuento? Bueno creo que parte de la respuesta la
encontramos en el: cómo le decimos a los niños
que no existe Blanca Nieves, o Pinocho, o cualquiera de los seres
irreales que forman parte de la fantasía del niño,
con la diferencia en que Santa Claus, si es un personaje real,
es un santo, es decir es un amigo de Dios que ama mucho a los
niños, por lo que LE AYUDA a Jesús a llevar
los
juguetes a los niños que se han portado bien. Esto hará que
la atención se centré no en
Santa Claus (que es
solo un ayudante) sino en Jesús. Por ello es a Jesús
a quien hay que pedirle los
regalos, ya que es él quien,
si nos hemos portado bien, nos enviara POR MEDIO DE SANTA CLAUS,
que es como su
mensajero, los regalos a nuestra casa. De manera
que la cartita ES MEJOR enviársela directamente a Jesús
(aunque no faltará algún niño abusado que
le mande también una copia a SantaÂÂ… solo por si
acaso). De modo que el único que es omnipresente y dador
de todos los dones es UNICAMENTE Jesús, pues él
es Dios.
Cuando ellos mismos vayan descubriendo la realidad, como es
el caso de Pinocho, el paso
será mucho más sencillo,
pues la realidad de san Nicolás, de su bondad, de su amor
por los
demás, permanecerá, restando en el niño
su ejemplo.
Por otro lado, si reforzamos la idea de
la Navidad, no como
tiempo de Santa Claus, sino como la fiesta del Nacimiento de
Jesús, poco a poco las cosas
irán tomando su lugar.
Recordemos que cuando se refuerza una idea, esta se afirma en
el subconsciente y en la
vida del hombre (razón por la
cual la publicidad es efectiva); por el contrario cuando se devalora
o no se le da
importancia, los contenidos, poco a poco, pasan
a un segundo plano y finalmente se olvidan.
Hay que empezar con
poco, es una tarea a largo plazoÂÂ… no
esperemos y mucho menos busquemos resultados inmediatos ya que
esto pudiera
tener muy malos efectos en el corto y mediano plazo.
Introducir la figura de Santa Calus en la cultura y en la fantasía
de los niños ha llevado muchos años, cambiarle
su contenido nos tomará también algunos
años.
Una idea concreta, sería el de evitar la presencia de
Santacloses en nuestros adornos (en
las puertas, en los jugueteros,
en el papel de envoltura), y substituirlos por esferas, ángeles,
pastores, y
otros adornos propios de este tiempo . Y vivir en
familia la preparación espiritual para la navidad.
Segundo: Vivir un verdadero Adviento
Si bien es cierto que un aspecto importante es, como
decíamos,
regresarle el lugar a Jesús en la fiesta de Navidad, esto
no será posible
únicamente eliminando la figura
de Santa Claus, sino que es necesario recuperar la oración
y la lectura
de la Escritura en donde se nos instruye sobre la
verdad de la Navidad y su significado para nuestras vidas. Para
ello,
de manera concreta podríamos:
a. Rezar todos los días las corona de Adviento
b. Realizar en
el barrio, la novena de Navidad (Posadas)
c. Poner un bonito nacimiento
d. Darle otro sentido a nuestras
compras navideñas
a. La Corona de Adviento
La corona de
Adviento, es una tradición simbólica
iniciada en Europa por los Luteranos, quienes trenzando una serie
de
ramas de pino verde, significaban la esperanza cristiana,
de que en la segunda y definitiva venida de Cristo, él
mismo "coronará" toda una vida vivida de acuerdo
al Evangelio. Esta corona, es iluminada por Cristo, Luz del Mundo.
Es, sin embargo, una Luz que, como en el Antiguo Testamento va
creciendo hasta que lo ilumina todo hasta llegar a ser el
centro
de la vida del hombre y de su historia. Con esta teología
detrás, la Iglesia Católica la
adaptó al
ciclo litúrgico del Adviento esta práctica, en
donde cada vela representa cada uno de
los domingos del Adviento.
Está formada de tres velas moradas, signos de la espera
y una rosa, signo del
"ya, pero todavía no",
que es conocida como "el gaudete" por el "gozo" de
saber
que la redencio ha sido ya realizada por Cristo, pero esta
aun se continúa desarrollando en el mundo hasta su segunda
venida. Cada uno de los cuatro domingos de Adviento se enciende
una vela: primero dos moradas, luego la Rosa, luego otra morada
y finalmente el día de navidad la Blanca, que está al
centro de la corona.
A
partir del Lunes, por medio de "La palabra de Dios hoy" recibirás
un esquema para orar en FAMILIA, al rededor de esta
corona, de
esta esperanza, de esta invitación a la conversión.
No pongas excusas y date tiempo para
regresar temprano a casa
y orar todos en familia. Recuerda que sin oración nada
cambiará.
b. Novena de Navidad (posadas)
Las posadas son toda una tradición en nuestra
cultura.
Haz que éstas sean verdaderamente, como lo fueron en el
principio, un momento de oración y de
catequesis. A las "posadas" de
tu empresa, pues mejor llámalas "Fiestas de Navidad" para
no
mezclar lo profano con lo que es parte de nuestra vida cristiana.
Y claro, vive estas fiestas con la compostura que un cristiano
tiene que dar en todo momento en su vida. Sé para los
demás signo de la verdadera esperanza cristiana, y
muéstrate
a los demás como un seguidor de Cristo a quien estás
por celebra en su
nacimiento.
Ve pensando desde ahorita en organizar una posada o una serie
de AUTENTICAS posadas en tu barrio
o en tu familia. Para ello,
el próximo viernes recibirás la explicación
de las posadas y un modelo
para celebrarlas.
c. El Nacimiento
El Arbol de Navidad es, la igual
que Santa Claus, una tradición
importada a los Estados Unidos por los hermanos nórdicos,
quienes en
particular tiene una veneración muy especial
para éste. Sin embargo, hoy por hoy, forma parte de nuestras
fiestas, pero es una tradición carente de significado.
Es simplemente algo que alegra la vista y que adorna la casa
creando el "ambiente navideño".
AGREGUEMOS a éste elemento decorativo, un buen nacimiento
y procuremos darnos tiempo para explicárselo a los niños.
Recordemos que ellos aprenden más por las
imágenes
que por nuestras palabras. Sentémonos junto a ellos y
contémosles una y otra vez el
relato del nacimiento, de
Jesús, la llegada de los magos, la vida sobre José y
María, la vida en
aquellos tiempos, etc. Creemos en ellos
y en su fértil imaginación, la idea de la cercanía
con el
Dios que se hace uno de nosotros y que humildemente nace
en un pesebre para ser uno con nosotros.
Como
adulto, date tiempo, como lo hacía san Francisco
de Asís, para contemplar la humildad de Jesús naciendo
en un pesebre. Ora de cuando en cuando delante del humilde pesebre.
Esto te convencerá de que tienes mucho, pero mucho que
agradecer. Dejarás de ver solo hacia arriba para mirar
a aquellos, que como Jesús, muchas veces carecen de
lo
más necesario. Verás que tu Navidad adquirirá otra
dimensión.
d. Los regalos y la fiesta de Navidad
Navidad es tiempo de COMPARTIR y no precisamente de
comparar,
por lo tanto lo que tengas que comprar hazlo con el deseo de
compartir con los demás la alegría
de dar. Busca
que no sea para quedar bien y no gastes lo que no tienes. Con
el único que tienes que quedar bien
es con Jesús
y él lo único que quiere es tu corazón y
un poco de tu atención y tu
amor. Que tu compartir sea
un verdadero signo de amor y fraternidad buscando imitar a Cristo,
que se regaló a
nosotros para hacernos inmensamente felices.
Cuando hagas tu lista de regalos, acuérdate de aquellos
que
no han tenido la posibilidad de tener lo que tú tienes.
Reserva un poco de tu presupuesto para ellos. No dejes que tu
caridad para con ellos sea una manera de tranquilizar tu conciencia
sacando solo unos pesos de la bolsa en una esquina. Haz algo
más por ellos. Compra un poco de comida, sobre todo, pensando
en que a ellos también les gustaría tener
una cena
de Navidad y recibir un buen regalo. Pórtate como su hermano
mayor. Acuérdate que nos dijo
Jesús: "Lo que
hiciste por uno de mis hermanos menores lo hiciste por mi" (Mt
25,40). Hazte reconocer
por ellos como cristiano, no por la cruz
que cuelga de tu cuello, sino por tu amor hacia ellos.
Para la
fiesta de Navidad, recuerda que debe iniciarse con una
oración y una profunda acción de gracias. Lee junto
con toda tu familia el pasaje del nacimiento de Jesús
y busca que toda tu familia participe (por mi parte, junto con
la corona de Adviento recibirás también una esquema
para la oración en familia de este día).
Durante el Adviento busca la mejor oportunidad para reconciliarte
sacramentalmente con Dios (Confesarte), para que puedas
participar
ACTIVA Y DEVOTAMENTE de la Eucaristía del 25, fiesta del
Nacimiento de nuestro Señor y
Salvador. No dejes que la
actividad, las prisas o la flojera dejen para el último
lo que debe ser
primero.
Vive, intensamente este Adviento, como una verdadera preparación
a la fiesta de la Navidad, pero
también aprovecha para
crecer en el amor hacia los demás y para que tu vida se
parezcas más a la
de Jesús, de manera que cuando
regrese te pueda decir: "Siervo bueno, pasa a tomar parte
del banquete de tu
Señor" (Mt 25,17).
Toma como ejemplo a María Santísima. En ella encontrarás
el modelo de los que piensan primero en los demás, de
los que han puesto al centro de la vida a Dios, de los que no
se dejan convencer por las voces del mundo, sino que permanecen
fieles al compromiso hecho con El Dios que salva. Prepárate,
como ella: orando y sobre todo deseando con todo tu corazón
que el Reino sea una realidad en tu vida, en tu familia
y en
todo el mundo.
Si tú quieres, puedes vivir un Adviento diferente que
te prepare
para el encuentro con Jesús, al cual descubrirás
en tu prójimo, en los sacramentos, en la oración
y finalmente en él mismo cuando seas llamado a su presencia.
Haz que esta Navidad sea diferenteÂÂ… Como los magos,
póstrate
a los pies del niño Jesús, y ofrécele tu
vida.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Ernesto María,
Sac.