Encíclicas

Pbro. Ernesto María Caro

La revelación que Dios ha querido hacer al hombre se encuentra contenida en tres fuentes que forman un solo depósito de la fe. Estas son: la Sagrada Escritura, el Magisterio y la Tradición. En esta ocasión quisiera insistir en la enseñanza del Magisterio de la iglesia que nos esclarece y amplía lo que ya hemos aprendido en la Sagrada Escritura. De manera particular, quisiera referirme a las Encíclicas, las cuales son parte de nuestra instrucción como cristianos. Estas son escritas por el Sumo Pontífice quien ha recibido de Cristo la potestad de “enseñar y conducir” al pueblo de Dios hasta la casa del Padre. Se puede decir que, junto con la enseñanza de los Concilios, es la fuente de la enseñanza que ejerce la Iglesia para el bien de todos los hombres. Es conveniente -y necesario- que todos los cristianos las leamos, sobre todo, las que han sido escritas de manera abierta para todos (ya que hay algunas dirigidas a algunos sectores de la Iglesia de manera particular). Para nombrarlas se usan las primeras palabras de estos documentos en su redacción en latín. Entre las que no deben faltar en nuestra lectura serían: Christifideles Laici (CFL) sobre el papel de los laicos en el mundo; Evangelii Nuntiandi (EN) sobre la evangelización; Reconciliatio et Paenitentia (RP) sobre el sacramento de la Reconciliación; Familiaris Consortio (FC) sobre la familia; Salvifici Doloris (SD) sobre el valor redentor del sufrimiento Cristiano; Redemptoris Mater (RM) sobre la Santísima Virgen María y Dives in Misericordia (DM) sobre la misericordia divina. El tiempo de Cuaresma podría ser una buena oportunidad para empezar a tener contacto con estos documentos y ponerlos en práctica.