Primera Lectura

Hechos 13, 26-33

En aquellos días, Pablo continuó su predicación en la sinagoga de Antioquía de Pisidia con estas palabras:

"Hermanos míos, descendientes de Abraham, y cuantos temen a Dios: Este mensaje de salvación les ha sido enviado a ustedes. Los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús, y al condenarlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado: no hallaron en Jesús nada que mereciera la muerte, y sin embargo, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y después de cumplir todo lo que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en el sepulcro.

Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y él, ya resucitado, se apareció durante muchos días a los que lo habían seguido de Galilea a Jerusalén. Ellos son ahora sus testigos ante el pueblo.

Nosotros les damos la buena nueva de que la promesa hecha a nuestros padres nos la ha cumplido Dios a nosotros, los hijos, resucitando a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy".

Meditatio

Cuando el corazón está lleno del amor de Dios no puede hacer otra cosa que amar e invitar a conocer el amor de Dios por medio del anuncio de la Buena noticia del Evangelio.

Pablo, enamorado y seducido por este amor, no cesa de invitar a todo mundo a conocer y participar de la vida en el Espíritu, la cual se ha hecho una realidad por la resurrección de Jesucristo y el envío del Espíritu Santo.

Tú también puedes con tu vida, con tus actitudes, con tu amor, ser una invitación abierta y constante para que los que viven a tu lado participen y disfruten también del cielo, no sólo al final de su vida, sino incluso ya desde ahora (si bien no es en la plenitud que tendremos en la eternidad, sí poseemos ya las primicias de éste). Conviértete tú también en un testigo de Jesús en tu comunidad.

Oratio

Señor, quiero que mi vida, mis actitudes, mi amor, sean una invitación abierta y constante, para que los que viven a mi lado participen y disfruten también del cielo, no sólo al final de su vida, sino incluso ya desde ahora. Amén.

Actio

En este día buscaré algún mensaje sobre la vida de Jesús, y se lo haré llegar a mis contactos de correo electrónico e imprimiré algunos para otros conocidos.




Evangelio

Escúchalo aquí

 

Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".

Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre, sino por mí".

Reflexión

Ciertamente para los apóstoles y para los discípulos podría haber habido confusión en cuanto a dónde se dirigía Jesús, pero para nosotros esto es ahora claro, pues después de la resurrección sabemos que él ha ido al Padre, es decir, al cielo y es precisamente ahí en donde nos ha preparado una habitación.

Sin embargo, la pregunta de Tomás es todavía actual en algunos de nosotros: "¿Cuál es el camino para llegar a dónde tú vas?" Jesús nos responde de nuevo: "Yo soy ese camino". El camino para llegar al cielo es una vida vivida en Jesús, con Jesús, de acuerdo a Jesús, para Jesús, desde Jesús. San Pablo lo resume así "vivir en Cristo", de manera que ya no soy yo quien vive sino que es Cristo quien vive en mí. Es un proceso de despojarse del hombre viejo, del hombre que quiere vivir en sí mismo, para sí mismo y desde su propio egoísmo.

El camino es revestirnos de Jesús, buscar como lo dice Pablo: tener las mismas actitudes de él, que siendo Dios se rebajó hasta hacerse semejante a nosotros. Pedro, en su carta, nos invita a "seguir las huellas de nuestro pastor". Si verdaderamente queremos llegar un día a habitar el lugar preparado por Jesús para cada uno de nosotros, ya sabemos cuál es el camino: Jesús mismo.