Símbolos

Pbro. Ernesto María Caro

Una de las cosas que con frecuencia nos preguntan o nos preguntamos, es la importancia de los signos y de los símbolos dentro de la vida de la iglesia, del por qué el uso de las imágenes, de la cruz en el pecho, y de tantos otros elementos simbólicos. La respuesta es simple: el hombre se relaciona con su exterior a través de los signos, los cuales lo llevan a trasponer el tiempo y el espacio. En un principio, el origen de los símbolos está relacionado con alianzas que se pactaban en la antigüedad en donde se ponía una piedra a una madera como testigo de dicho pacto. De este objeto cada uno tomaba una parte de manera que en el futuro, aun cuando las personas que originaron dicha alianza ya no estuvieran, estos pedazos del “objeto testigo” recordarían y actualizarían dicha alianza. Los griegos utilizaron para este propósito el verbo “symballein” que significa unir, juntar, reunir, intercambiar. El símbolo nos une, nos reintegra a una realidad. La cruz nos une y nos reintegra al gran misterio de la salvación, nos hace de alguna manera “partícipes” de la alianza celebrada entre Dios y los hombres. No es solamente un adorno sino ante todo un elemento que testifica (o que debería testificar) nuestra participación en la obra de la redención. Cada vez que usemos un “símbolo” cristiano debemos darnos cuenta que detrás de él se esconde una realidad mucho más grande de la cual participamos.