De antro

Pbro. Ernesto María Caro

La gente joven y los adultos jóvenes pregunta: ¿la disco es mala? La respuesta debe estar ligada a la «alegría cristiana». Jesús se nos presenta como una persona llena de la alegría del Espíritu. Podríamos decir que su estado de ánimo era siempre gozoso. En las bodas de Cana fue invitado con todos sus apóstoles y regaló a los novios suficiente vino para terminar su fiesta con paz y alegría. De igual manera, el cristiano está llamado a vivir esta alegría y a compartirla con los demás. Las fiestas y los «bailes» son ocasiones especiales para hacerlo, por ello al celebrar los sacramentos ordinariamente se tiene una fiesta o un baile. El problema es cuando el «alcohol» es necesario para que esta alegría, que debe ser natural en el cristiano, se produzca.

No tiene razón de ser el que una fiesta empiece a las 11:00 de la noche o a veces más tarde (como sucede en los antros). La juventud no se ha dado cuenta que lo único que le interesa a estos establecimientos, no es que los jóvenes se diviertan, sino la ganancia económica producto de la bebida, pues se puede beber más si no se baila. Y lógicamente que si se empieza tarde, pues se desea acabar tarde, cuando el cuerpo ya está más cansado, lo que en ocasiones produce serios accidentes. La discoteca no es mala, siempre y cuando sea un medio de sana diversión y mientras se viva en la gracia y en la prudencia.