Virginidad de María

Pbro. Ernesto María Caro

Pregunta:

Padre, tengo una gran interrogante y es que desde niña mis padres me formaron en el amor a Dios, a la Virgen Santísima y a los santos. Sé que María, la Madre de Dios, era virgen cuando concibió a Jesús y que murió siendo virgen y mi madre me dice que fue llevada a los cielos en cuerpo y alma. Pero los hermanos evangélicos dicen que ella fue virgen cuando concibió a Jesús pero que después tuvo otros hijos, y que por lo tanto ya no fue más virgen y que es una mujer como cualquier otra. Quiero saber si esto es cierto. Gracias por su respuesta.

Respuesta:

Querida hermana: La pregunta me gustaría respondértela en dos partes, la primera sobre la Virginidad de María y la segunda sobre qué papel tiene ella en la iglesia y en nuestra vida. Sobre el primer aspecto, la Sagrada Escritura es muy clara en cuanto a que ella concibió siendo Virgen. Ahora bien, los hermanos separados, tomando como base algunas citas en las que se habla de los “hermanos de Jesús”, han ido construyendo toda una línea de desprestigio hacia la Madre de Dios, con el fin de desacreditar su participación activa y consciente en el proyecto salvífico de Dios. Sobre este particular, debemos decir que la palabra “hermanos” en la Biblia es una palabra equívoca pues puede significar, desde los hermanos de sangre hasta los amigos cercanos a la familia, como es evidenciado claramente por la misma Escritura (bástenos ver el caso de Abraham y Lot quienes siendo tío y sobrino respectivamente (Gen 12, 5) se llaman entre sí “hermanos” (Gen 13, 8). De manera que con las citas a las que aluden a los hermanos de Jesús no podemos afirmar que éstos sean “hijos de María”. Por otro lado, la biblia y todos los documentos extra-bíblicos jamás han mencionado que María tuviera “hijos” fuera de Jesús, el Hijo de Dios. Todos los documentos que llegan a nosotros por las primeras comunidades atestiguan que María no tuvo más hijos que a Jesucristo nuestro Señor.

Esto se ve confirmado por el hecho de que Jesús entrega a su madre al cuidado de Juan antes de morir (Jn 19, 26s) . Esto, en el contexto judío, hubiera sido una grosería y un acto vil de parte de Jesús si hubiera tenido hermanos de sangre. Por el contrario, es un acto supremo de caridad hacia su madre, quien, al parecer ya viuda, no tendría quien cuidara de ella, por lo que la entrega a su mejor amigo para que la cuide como a su propia madre.

María permaneció siempre Virgen y con ello muestra que para Dios nada es imposible, ni hacer concebir a una mujer sin el concurso de un varón, ni que ésta permanezca Virgen, convirtiéndose así en el modelo de amor y fidelidad a Dios.

Ahora bien, todo esto nos lleva a darnos cuenta de que Dios ha querido darle un papel fundamental a la Virgen María dentro del proyecto salvífico, constituyéndola en modelo de la iglesia y de los cristianos como nos lo presenta claramente el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium 63- 65). María por la relación única que mantiene con la Trinidad está vinculada a todo el proyecto salvífico, y con ello a nosotros, no de manera secundaria sino fundamental. Negar nuestra relación con ella es renunciar a nuestra filiación con el Padre. Esto es porque lo que la une a ella con Dios es la causa eficiente de lo que nos une a nosotros con Dios: la Encarnación. Por la encarnación ella se convierte realmente en la Madre de Jesús, el Hijo de Dios, por medio del cual nosotros hemos obtenido la filiación divina. De manera que, gracias a Jesucristo, Dios y Señor, hemos sido adoptados por el Padre y podemos llamar a Dios “Abbá”, tal como los dice san Pablo. Esta filiación, por razón necesaria, nos hace hermanos de Cristo, cuya madre es la misma Virgen María. De manera que si nosotros somos realmente hermanos de Jesús, también somos hijos adoptivos de María Santísima. Negar esta maternidad es negar nuestra filiación con Dios.

Como ves, nuestra relación con María no es accidental, ni el culto que le damos como madre de Dios y madre nuestra es vano o infundado. Es, por el contrario, algo querido por Dios para quien es su Madre, su hija predilecta y su esposa.
Espero que todo esto te ayude a amar más a nuestra dulce Madre, nuestro modelo y nuestra intercesora: la Virgen María.