Oración Sálmica

Pbro. Ernesto María Caro

La oración Sálmica es la forma de orar más antigua que tiene no solo la Iglesia, sino el Pueblo de Dios, y es el modelo de lo que se conoce como la oración vocálica. Ya desde la antigüedad podemos decir que el pueblo judío es y ha sido un pueblo eminentemente orante, el cual ha buscado por muchos medios el comunicarse con el Dios de la salvación. En este afán, a lo largo de su historia, fue descubriendo, por un lado, la presencia de Dios en todos los acontecimiento de su historia y por otro, descubrió que la música está cargada de los sentimientos mas profundos del hombre, ya que es ésta capaz de expresar lo que nuestro lenguaje no puede por ser éste sumamente limitado. Estas dos situaciones se conjugaron y de allí fueron naciendo los Salmos, los cuales son oraciones cantadas que manifiestan el estado de ánimo que el pueblo va experimentando en las diferentes actividades y situaciones de su vida y de su historia en la cual Dios se hace presente para salvarlo, consolarlo y llevarlo a plenitud en el amor. Es por ello que en estas oraciones podemos encontrar plegarias para cada uno de los momentos de la vida del hombre: La tristeza, el júbilo, la alabanza, la confianza, la súplica, etc. Por medio de estas oraciones, que en sí mismas son ya Palabra de Dios, podemos entrar en una comunicación muy profunda con nuestro Dios, quien ha sido su inspirador.

La oración Sálmica es y ha sido a lo largo de los tiempos, la oración de la Iglesia. En los primeros siglos los monjes dedicaban todo el día a repetir los 150 salmos. Con el paso del tiempo, ellos mismos fueron dividiendo estos salmos en días y luego en semanas hasta quedar la oración monástica y eclesial como la tenemos hoy y que es llamada "Liturgia de las horas". Desde entonces toda la Iglesia se une en oración en la mañana con las "Laudes" a media mañana, al medio día y a media tarde con la "Hora intermedia", en la tarde con las "Vísperas", en la noche con las "Completas" y en cualquier momento (por lo general en la mañana) con el "Oficio de Lectura". De esta manera se han dividido los Salmos en 4 semanas y en las diferentes horas del día. Cuando esta oración se hace no solo vocálica sino cantada, introduce rápidamente al orante a un clima ideal de oración, lo pacifica y le hace experimentar con certeza la cercanía de Dios. Existen diferentes tonalidades o "tonos" para entonar los salmos, sin embargo, no es común el conocerlos (desafortunadamente), a pesar de ello nuestra oración se puede animar con un fondo musical apropiado que nos ayude a elevar el espíritu. De esta manera podemos disfrutar de nuestra oración de manera serena para aquietar el espíritu y elevarlo a Dios.

Un ejercicio sencillo sobre cómo realizar la oración Sálmica pude ser el siguiente. Prepara un lugar en el que puedas estar solo y cómodo por espacio de una media hora. Si tienes a la mano alguna música instrumental, de preferencia religiosa o aun mejor, de canto gregoriano, puedes ponerla muy suave para que te sirva de fondo y te ayude a elevar tu espíritu a Dios. Selecciona el Salmo con el cual quieres orar y dentro de este Salmo escoge una frase que te llene mucho que sea el hilo conductor y motor de tu oración. Por ejemplo si tomas el salmo 91, una frase podría ser "Que bueno es darte gracias Señor". En seguida ve leyendo el Salmo y trata de hacer tuya la oración del salmista. Busca tener los mismo sentimientos que el Salmo va proponiendo (alabanza, adoración, arrepentimiento, súplica, etc.). Mientras lees, busca que en tu interior la frase que escogiste se repita incesantemente. Detente, y al repetir la frase, busca que esto sea hecho más que con tu mente con tu corazón. Deja resonar la frase en tu corazón, la cual se verá informada por lo que has estado leyendo y entonces haz silencio y escucha la voz del Espíritu que resonará dulcemente en tu mente y en tu corazón. Puedes finalizar dando gracias a Dios por su presencia y por su amor y tomar alguna resolución de acuerdo a lo que el Espíritu dijo a tu corazón.