Televisión

Pbro. Ernesto María Caro

La ciencia y la tecnología, sin lugar a dudas, han sido para el hombre una bendición de Dios. Sin embargo, como todas las cosas, éstas pueden llegar a convertirse en un obstáculo para que Dios se manifieste en nuestras vidas. Uno de los aportes de la tecnología a la vida cotidiana, ha sido la televisión. A través de ella, podemos ver lo que ocurre en nuestro mundo de manera instantánea; nos lleva a conocer lo desconocido, es una fuente de entretenimiento y de conocimiento para toda la familia. Pero, debemos ser conscientes que este medio de diversión y comunicación, puede ser también utilizado por el enemigo del Reino, para destruir la obra de Dios y transformarlo en un peligro para nuestra vida social y espiritual.

Televisión y violencia

Es triste ver la cantidad de violencia que es transmitida, muchas veces, en programas que están dirigidos a los niños. Muchas de las caricaturas actuales presentan mucha violencia gráfica. Estudios recientes en los Estados Unidos revelan que el nivel de alteración y violencia en los niños hasta los 6 años, es la causa principal de la indisciplina y el germen de la violencia tan alta que se vive en ese país. Los niños a los 7 años tienen conceptos y reacciones que serían propios de un joven y en algunos casos de los adultos. Está comprobado que programas como “los Simpsons “ crean en los adolescentes ideas equivocadas sobre valores importantes como son el respeto, la fidelidad, y el verdadero amor que debe existir en la familia. Por otro lado, esto no afecta sólo a los niños sino también a los adultos. La información presentada en muchos de los programas relativizan el valor de la castidad, de la fidelidad, del matrimonio, etc.

La televisión en nuestra familia

Siendo sinceros con nosotros mismos, descubrimos que la televisión contiene y promueve pocos valores cristianos, y que por el contrario, fomenta la violencia, la infidelidad, el enriquecimiento desmedido, el materialismo y el hedonismo. Por otro lado, la televisión en muchos casos y casas, ha venido a sustituir el diálogo y convivencia familiar, el momento de encuentro entre padres e hijos y entre hermanos entre sí. Es un aparato que se está convirtiendo en un verdadero ídolo, el cual como todos los demás ídolos, es perverso, pues su culto en lugar de enriquecer, empobrece y en lugar de dar vida, la extingue. Debemos pues reconocer que el único Dios que merece culto y que es capaz de dar vida es el Dios revelado por Cristo. Es un Dios que nos ha creado para vivir dentro de una familia, y que nos ha mostrado lo importante que es ésta, que él mismo, tomando carne quiso vivir y tener una familia que fuese modelo de la nuestra. Es necesario revalorizar nuestra vida y convivencia familiar. Que ver la televisión sea un verdadero momento de convivencia entre todos los miembros de la familia. Que ésta sea sólo una opción entre otras muchas de convivencia familiar. Los juegos de mesa, los paseos por el parque y la plática amena deben ser de ordinario elementos que no deben faltar en nuestra vida diaria. Sobre todo, la oración debe volver a tomar un lugar importante en nuestras familias.