Brujería

Pbro. Ernesto María Caro

El terreno en donde el demonio encuentra una oportunidad propicia para perturbar es el de la “brujería”. Si bien es cierto que en este terreno se encuentran también muchos charlatanes, debemos reconocer que muchos de ellos actúan bajo la dirección y el influjo del demonio. Seguramente habremos oído la expresión “le hicieron un trabajo”. Con esto se designa al supuesto “maleficio” causado por un agente bajo el poder del demonio. ¿Es esto posible? ¿Es posible que una persona, por odio o para obtener algún beneficio personal pueda hacer que el demonio perturbe a un tercero?

La respuesta quisiera presentarla como otra pregunta: ¿Puede alguna persona solicitar a Satanás causar un daño a otra persona? A esta cuestión debemos responder categóricamente Sí. Ahora bien, el que el demonio tenga una “encomienda específica” contra una persona, no quiere decir que éste la pueda realizar ya que su poder está siempre condicionado por Dios. Será prácticamente imposible que el demonio pueda perturbar a una persona que vive en gracia, no importa si es por iniciativa propia del demonio o por iniciativa de un tercero. El único poder absoluto que existe es el de Dios, que ama profundamente a sus hijos y jamás permitirá que nadie ni nada llegue a dañarlo. Sin embargo, como ya hemos dicho, si la persona a la cual el demonio quiere perturbar vive alejada de la gracia, la acción del demonio podría encontrar un terreno más fértil para actuar. De ordinario quien recibirá el daño del demonio será la persona que consultó al “brujo”, pues lo que pagó por el “trabajo” no será nada de lo que Satanás le cobrará, independientemente del resultado que éste haya tenido.

“La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama “homicida desde el principio” (Jn 8, 44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre. “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Jn 3, 8). Las más graves consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.” CIC 394