INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era (Aleluya).

HIMNO



Salmodia

ANTÍFONA 1
Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.

Salmo 44 I
¡Llega el esposo, salid a recibirlo! (Mt 25, 6)


Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.

Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.

Cíñete al flanco la espada, valiente;
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.

Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona
Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.

ANTÍFONA 2

Llega el esposo, salid a recibirlo.

Salmo 44 II

Escucha, hija, mira: inclina el oí do,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante é l, que é l es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos má s ricos buscan tu favor.

Ya entra la princesa, bellí sima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con sé quito de ví rgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegrí a y algazara,
van entrando en el palacio real.

«A cambio de tus padres tendrá s hijos,
que nombrará s prí ncipes por toda la tierra.»

Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabará n
por los siglos de los siglos.

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona
Llega el esposo, salid a recibirlo.

ANTÍFONA 3

Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

Cántico Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona
Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.


LECTURA BREVE

Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?"

El reconoció y no negó quién era. El afirmó: "Yo no soy el Mesías". De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?" El les respondió: "No lo soy". "¿Eres el profeta?" Respondió: "No". Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?" Juan les contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: ᾴEnderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías".

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias".

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.


RESPONSORIO BREVE

V. Será la bendición de todos los pueblos.
R. Será la bendición de todos los pueblos.

V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de todos los pueblos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona
Al divisar la estrella, los magos sintieron grandísimo gozo; entraron en la casa y ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra.

Cántico de la Santísima Virgen María
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona.
Al divisar la estrella, los magos sintieron grandísimo gozo; entraron en la casa y ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra.

PRECES

Bendito sea el Señor Jesucristo, que ha visitado a los que vivían en tinieblas y en sombra de muerte a fin de iluminarlos, supliquémosle, diciendo:
-Oh Cristo, luz que naces de lo alto, ilumínanos con tu luz.

Señor Jesucristo, que al venir al mundo diste nacimiento a la Iglesia, tu cuerpo,
-haz que esta Iglesia crezca y se construya en la caridad.

Tú que con tu poder gobiernas el cielo y la tierra,
-haz que los pueblos y sus gobernantes reconozcan y confiesen tu soberanía divina.

Tú que, al hacerte hombre, has sido constituido sacerdote eterno,
-haz que todos los sacerdotes sean ministros idóneos de tu redención.

Tú que en el seno de María Virgen desposaste místicamente la humanidad con la divinidad,
-bendice a las vírgenes que se han consagrado a ti para tenerte como su único y celestial esposo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro: Padre nuestro.

ORACIÓN

Te pedimos, Señor, que ilumines nuestros corazones con el esplendor de tu divinidad, para que podamos pasar a través de las tinieblas de este mundo y llegar a la patria de la eterna claridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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