Invitatorio

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona
A Cristo el Señor que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Salmo 99

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Se puede repetir la antífona
A Cristo el Señor que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

HIMNO

Ojos muertos que miráis
con mirar indescriptible
y con fuerza irresistible
atraéis y cautiváis,
¿por qué, si muertos estáis,
tenéis tan viva expresión
que así turbáis mi razón
trocando vuestras miradas
en dos punzantes espadas
que parten mi corazón?

Al veros, ojos piadosos,
todo mi ser se conmueve.
¿Quién a miraros se atreve
sin llorar, ojos llorosos?
Me cautiváis amorosos,
me reprendéis justicieros,
inspiráis dolor y calma,
sois tiernos y sois severos,
y las borrascas del alma
enfrenáis sólo con veros.

¡Ah! Permitid ojos píos,
ojos que sois el encanto
del cielo, que con mi llanto
borre mis locos desvíos;
bebí en cenagosos ríos
aguas de ponzoñas llenas
que, al infiltrarse en mis venas,
causaron fiebres ardientes.
¡Cómo olvidé que erais fuentes
de aguas dulces y serenas! Amén.

Com-Conf 002 Laudes

Salmodia

ANTÍFONA 1
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Salmo 42
DESEO DEL TEMPLO

Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sá lvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara.
Señor, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverá s a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

ANTÍFONA 2
Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Is 38, 10-14. 17-20
ANGUSTIAS DE UN MORIBUNDO Y ALEGRIA DE LA CURACION

Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»

Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.

Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona
Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

ANTÍFONA 3
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión.

Salmo 64
SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS

¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.

A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;

tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;

riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;

rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión.


LECTURA BREVE

Juan 13, 21-33. 36-38


RESPONSORIO BREVE

V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. Gloria al padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona
Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.

Cántico de Zacarías
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona.
Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.

PRECES

Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:
-Señor, ten piedad de nosotros.

Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
-conduce a tu Iglesia a la pascua eterna.

Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,
-sana nuestras heridas.

Tú que converstiste el madero de la cruz en árbol de vida,
-haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este ábrol.

Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
-perdónanos también a nosotros, pecadores.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Siguiendola enseñanza de Jesucristo, que nos ha hecho hijos de Dios, digamos juntosa nuestro Padre: Padre nuestro.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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