Primera Lectura

2 Corintios 6, 1-10

Hermanos: Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché y en el día de la salvación te socorrí. Pues bien, éste es el tiempo favorable; éste, el día de la salvación.

A nadie damos motivo de escándalo, para que no se burlen de nuestro ministerio; al contrario, continuamente damos pruebas de que somos servidores de Dios con todo lo que soportamos: sufrimientos, necesidades y angustias; golpes, cárceles y motines; cansancio, noches de no dormir y días de no comer. Procedemos con pureza, sabiduría, paciencia y amabilidad; con la fuerza del Espíritu Santo y amor sincero, con palabras de verdad y con el poder de Dios.

Luchamos con las armas de la justicia, tanto para atacar como para defendernos, en medio de la honra y de la deshonra, de la buena y de la mala fama. Somos los "impostores" que dicen la verdad; los "desconocidos" de sobra conocidos; los "moribundos" que están bien vivos; los "condenados" nunca ajusticiados; los "afligidos" siempre alegres; los "pobres" que a muchos enriquecen; los "necesitados" que todo lo poseen.

Meditatio

Una de las cosas que más daño hacen a la Iglesia es el mal testimonio que sus hijos dan, pues desgraciadamente no dicen: "Que mal se porta esa persona", sino que dicen: "Fíjate, ese es uno que se dice cristiano, y mira cómo vive, igual que los que no conocen a Dios".

Es triste saber que hermanos asisten a esos espectáculos a los cuales un cristiano no debe asistir; participando en conversaciones impropias para aquellos que se dicen seguidores del Señor; bebiendo en modo inmoderado, que lo hacen comportarse en un modo que pone en ridículo a su familia y sobre todo, a Cristo, que vive en él. Por ello, Pablo buscaba que toda su vida se asemejara a la de Cristo, y aun sabiéndose débil y pecador dice: "A nadie damos motivo de escándalo, para que no se burlen de nuestro ministerio".

Nosotros también, en medio de nuestras debilidades, busquemos que nuestra vida dé testimonio de nuestro ser cristiano, y evitemos a toda costa ser un elemento de escándalo para la Iglesia y para el Evangelio.

Oratio

Señor, dame tu gracia y la fuerza de tu Espíritu Santo para poder decidir como tú lo harías; que pueda decir no a las invitaciones a ir a ese lugar al que sé es inapropiado, a no participar en las conversaciones que no debiera y, para poder soportar los insultos por ser "diferente" a los demás.

Actio

Revisaré en mi vida las ocasiones en las que, por temor a ser rechazado, he hecho cosas que no son propias de cristianos, y de ahora en adelante diré no, cuando deba decirlo.




Evangelio

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Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda".

Reflexión

Debido a nuestra naturaleza herida por el pecado, siempre ha existido en el hombre lo que se llama "el espiral de la violencia", es decir, cada acción violenta genera, a su vez, otra de mayor magnitud; es a lo que llamamos "venganza". Jesús, en este pequeño pasaje, nos da la fórmula para romper este espiral: el amor y el perdón.

Si alguien te golpea en una mejilla, no hagas nada, no te defiendas; si alguien te quita algo, no vayas a quitárselo por la fuerza; si alguien te obliga a hacer algo, hazlo con gusto; después deja que Dios tome en sus manos la situación. Ciertamente, no es fácil hacer vida este pasaje, como no lo son todos aquellos en los que tenemos que dejar en las manos de Dios nuestra vida para que él, y sólo él, la lleve adelante.

Esto sólo será posible para aquellos que se dejan "poseer" totalmente por la acción del Espíritu Santo. Sólo cuando el hombre es impulsado por la acción de la gracia, es posible romper el círculo de la violencia; de ahí la importancia de nuestra oración diaria y de la vida sacramental. Dios te ha llamado, por tu bautismo, a ser artífice de la paz, respóndele con generosidad y con amor.