Primera Lectura

Isaías 35, 1-6. 10

Esto dice el Señor:<br /> «Regocíjate, yermo sediento.<br /> Que se alegre el desierto y se cubra de flores,<br /> que florezca como un campo de lirios,<br /> que se alegre y dé gritos de júbilo,<br /> porque le será dada la gloria del Líbano,<br /> el esplendor del Carmelo y del Sarón.<br /><br />Ellos verán la gloria del Señor,<br /> el esplendor de nuestro Dios.<br /> Fortalezcan las manos cansadas,<br /> afiancen las rodillas vacilantes.<br /> Digan a los de corazón apocado:<br /> “¡Ánimo!, no teman.<br /> He aquí que su Dios,<br /> vengador y justiciero,<br /> viene ya para salvarlos”.<br /><br />Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos,<br />y los oídos de los sordos se abrirán.<br /> Saltará como un ciervo el cojo<br /> y la lengua del mudo cantará. <br /><br />Volverán a casa los rescatados por el Señor,<br /> vendrán a Sión con cánticos de júbilo,<br /> coronados de perpetua alegría;<br /> serán su escolta gozo y dicha,<br /> porque la pena y la aflicción habrán terminado».

Meditatio

Oratio

Actio




Evangelio

Mateo 11, 2-11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»<br /> <br />Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí».<br /> <br />Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto?, ¿Una caña sacudida por el viento? No. Pues entonces ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya que los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, yo se los aseguro; y a uno que es todavía más que profeta. Porque de él está escrito: "<i>He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya delante de tiy te prepare el camino</i>." Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él».

Reflexión