Primera Lectura

Proverbios 30, 5-9

Toda palabra de Dios es verdadera.
El Señor es un escudo para cuantos en él confían.
No alteres para nada sus palabras,
no sea que te reprenda y resultes mentiroso.

Dos cosas te pido, Señor, antes de morir,
no me las niegues:
líbrame de la falsedad y la mentira;
no me des pobreza ni riqueza,
dame tan sólo lo necesario para vivir,
no sea que la abundancia me aparte de ti
y me haga olvidarte;
no sea que la pobreza me obligue a robar
y me lleve a ofenderte.

Meditatio

En este pasaje de la Escritura podemos ver lo que significa realmente tener sabiduría para con Dios. El autor pide sólo dos cosas: que Dios lo mantenga en el camino de la verdad, y que lo provea con lo justo para la vida. Estas dos peticiones están entrelazadas, pues sólo con la verdad de Dios es como podemos saber lo que realmente es justo para nuestra vida.

Sin esta sabiduría de Dios, que nos ilumina en cuanto a la verdad, todo resulta relativo, y así quien tiene 100 pensará que tiene poco y querrá 1000, y quien tiene 1000 querrá 10,000, y así sucesivamente; y por otro lado puede darse que aún 100 sean causa para perderse. Sólo Dios sabe lo que nosotros VERDADERAMENTE necesitamos y podemos administrar.

Con esto no se predica un conformismo estéril sino una aceptación amorosa de la voluntad de Dios, que va dirigiendo los caminos de nuestra propia historia, de un Dios amoroso que actúa siempre como padre, que sabe lo que puede ser dañino para sus hijos, de un padre que no es corto en el dar, pues siempre da de manera sobre abundante.

Oratio

Dame, Señor, pero dame lo que tú sabes que verdaderamente necesito, y ayúdame a comprender este gran misterio de tu amor que no siempre se adecúa a nuestros planes y criterios y que a veces bendice restringiendo.

Actio

Hoy haré una revisión de mi economía y buscaré quitar algo de todo lo superfluo en que invierto mis ingresos.


PREBAU 25V1 - Evangelio Medio


Evangelio

Escúchalo aquí

 

Mateo 18, 1-5. 10

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?"

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.

Reflexión

En nuestro mundo tecnificado, es difícil aceptar la existencia de un mundo espiritual, de un mundo que no es tangible ni medible. Este campo pertenece sólo a la fe y a la fe de los "pequeños", de los que son como niños.

Y es que los pequeños ven las cosas, más que con los ojos del cuerpo, con los ojos del corazón. Esta es la razón por la cual Jesús nos invita a ser como niños, a que nuestros criterios de tiempo y espacio sean informados por las categorías de lo infinito, de lo trascendente; que abramos nuestra mente y nuestro corazón al auxilio divino que Dios nos ha dado por medio de nuestros ángeles custodios.

Trata hoy de hacerte consciente de la presencia espiritual en la que Dios ha querido que vivamos.