Primera Lectura

Nehemías 8, 2-4. 5-6. 8-10

<span style="color:red;font-size:40px">E</span>n aquellos días Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la Ley ante la asamblea, formada por los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón.<br /> <br /> Era el día primero del mes séptimo, y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía, en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la Ley. Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios; y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén!»; e, inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la Ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura.<br /> <br /> Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras el sacerdote y escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: «Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios; no estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la Ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen. Pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes: porque celebrar al Señor es nuestra fuerza.

Meditatio

Oratio

Actio




Evangelio

Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

<span style="color:red;font-size:40px">M</span>uchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado. <br /><br /> (Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas, todos le alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito:<br /><br /> <i>El espíritu del Señor está sobre mí,<br /> porque me ha ungido<br /> para llevar a los pobres la Buena Nueva,<br /> para anunciar la liberación a los cautivos<br /> y la curación a los ciegos,<br /> para dar libertad a los oprimidos<br /> y proclamar el año de gracia del Señor.</i><br /><br /> Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado, y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en Él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: «Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».

Reflexión