Conoce nuestras tres escuelas en línea y empieza una formación profunda y confiable. Elige la que más conecta con tu vida espiritual.
Duración: 8 semestres
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, descubre cómo la Palabra de Dios transforma tu vida. Nuestra modalidad 100% en línea combina clases en Zoom (videollamada) con profesores que te acompañan cada semana, y clases adicionales en video que puedes ver a tu ritmo. Iniciamos clases el 4 de agosto de 2025.
«Ustedes estudian las Escrituras, porque piensan que en ellas tienen vida eterna; ¡y son ellas las que dan testimonio de mí!»Juan 5, 39
Duración: 2 semestres
¡Vuelve al corazón de tu fe! En esta escuela te encuentras con Jesús, comprendes quién es, y descubres cómo vivir con libertad, propósito y amor. Todo desde casa, con clases en vivo por Zoom (videollamada) y videos para avanzar a tu ritmo. Iniciamos clases este 8 de septiembre de 2025.
«Mira que estoy a la puerta y llamo, si me abres entraré y cenaré contigo y tú conmigo»Apocalipsis 3, 20
Duración: 1 semestre
Da el siguiente paso en tu camino de fe. En este curso te conviertes en apóstol: aprendes a orar con el Espíritu Santo, vives con pasión y evangelizas desde tu testimonio. Todo desde casa, con clases en vivo por Zoom (videollamada) y videos para avanzar a tu ritmo. Iniciamos clases este 8 de septiembre de 2025.
«Señor, tu sabiduría es mi mejor consejera»cfr. Sab 8,9
Descubre cómo nuestra formación espiritual te ofrece una educación integral y transformadora.
Estudia a tu ritmo con acceso 24/7 a nuestra plataforma y nutre tanto tu alma como tu espíritu.
Profesores cercanos a ti que no solo enseñan, sino que guían con propósito y vocación espiritual.
Tenemos recursos especialmente preparados para ti, además tendrás retiros y actividades que fortalecerán tu alma.
Formarás parte de una comunidad real que nunca te dejará y que caminará a tu lado como siempre soñaste.
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«No se conformen a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que puedan comprobar cuál es la voluntad de Dios».(1 Romanos 12, 2)