Noche Buena 2008

Pbro. Ernesto María Caro

Celebración de la Noche Buena 2008

Material para la celebración:

• Un pequeño “niño Jesús” el cual puedes poner al centro de la mesa.
• Colocar junto al pesebre algunas fotos de eventos pasados de toda tu familia, sobre todo desde que eran niños (cumpleaños, graduaciones, etapa de noviazgo, casamiento, nacimiento de hijos, etc.).
• Una Biblia para leer al inicio de la meditación el texto de Lc 2, 1-21.

Como todos los años, te invito que con toda tu familia vivas un momento de reflexión en torno al nacimiento de Jesucristo, Nuestro Señor y Salvador. Para esta Noche Buena será necesario:

Después de leer el texto los invito a que todos reflexionemos en:

Lo que guardaba María en su corazón. Lc 2, 19

El evangelio de San Lucas nos narra que después de la visita de los pastores “María guardaba en su corazón todas estas cosas y las meditaba”, y al referirse a “las meditaba en su corazón” utiliza la palabra griega Symbalousa, que significa: poner en orden, buscar el sentido profundo, ir más allá de lo que se puede ver; es retraer toda una historia.

María, delante del niño, al alejarse los pastores, en el silencio de aquella noche, entra en lo más profundo de su ser para recordar el inicio de esta historia de amor. Así, pasan las horas y ella desgrana los acontecimientos que hicieron que hoy esté ante este pequeño bebé, su hijo, el Hijo de Dios.

Cada uno de nosotros, al igual que María Santísima, tenemos en nuestros recuerdos toda una historia de amor que nos vincula con nuestros seres queridos, con nuestra vocación y, sobre todo, con Dios.

María nos enseña que todos los recuerdos de acontecimientos pasados, que tal vez la llenaron de alegría, no alcanzarán a tener el significado profundo, pues éste sólo se revelará en el tiempo y cuando, como ella, entremos en nuestro corazón y hagamos un verdadero symbalousa.

Seguramente que ante el Niño recién nacido ella recordaría la profunda relación que la unía a Dios desde pequeña, la profunda intimidad que había establecido con él y que siendo para ella ordinario, no tenía idea de que esto terminaría siendo una verdadera historia de amor que la llevaría a ser la Madre del Salvador, a entrar en una relación no sólo de creatura si no de tipo esponsal.

Seguro que ante el pequeño Niño que tenía en sus brazos vendrían a su mente las extrañas palabras del ángel cuando concibió a Jesús. Palabras indescifrables ante las cuales tuvo que hacer un acto de fe profundo, y sin entender con claridad lo que éstas significaban aceptó la propuesta de Dios; sus recuerdos irían al momento en que se dio cuenta de que esperaba un hijo; ¿cómo lo explicaría a José? ¿Qué les diría a sus padres? Todo un cúmulo de recuerdos que en ese momento, ante el pequeñito que tiene en brazos, no son sino un trazo del proyecto del misterio del amor de Dios que la ha envuelto y en el cual no sabe aún el desenlace final.

Todos estos recuerdos y muchos más se agolpan en su corazón y muchas dudas asaltan su mente: ¿Qué vendrá? ¿Qué significará que mi hijo llegue a ser el rey de Israel, el Salvador del pueblo de Dios? La verdad, no lo sé; lo único que sé es que Dios me ama, me ama como jamás pensé que pudiera alguien amarme. Sé que estoy en medio de un maravilloso proyecto de amor, intuyo en mi corazón que traerá para mí dificultades y sufrimientos, nuevos retos y, junto con ello, nuevas aventuras en el amor que me envuelve. ¿Qué sigue? ¿Qué pasará? No sé, pero sé que de la misma forma como Dios me ayudó a explicarle a José y salvar así nuestro matrimonio, así lo hará siempre pues hoy más que nunca comprendo que su misericordia se extiende sobre aquellos que le aman. Sé que jamás tendré por qué temer.

María ante el niño se siente amada y protegida por el Dios del amor, sabe que el futuro está en manos de su Señor y por eso hoy disfruta su presente. Hoy en esa cueva de pastores están sus grandes amores: José, Jesús y su amoroso Dios; no hace falta nada más, “el mañana traerá su propio afán”.

Hermanos, el proyecto de Dios para María fue Jesús; fue el ser Madre del Salvador del mundo; fue ser la esposa amorosa de un maravilloso hombre: José. ¿Cuál es tu historia? Te invito a que en esta noche en que celebramos la llegada de Jesús, y siguiendo los pasos de María en esa noche, reconstruyas tu propia historia. Estoy seguro que si tú, al igual que María, entras en tu corazón encontrarás, como ella, un sin número de muestras del amor de Dios que han ido tejiendo un proyecto para ti, para tu comunidad y para nuestra Iglesia. Revisa esos pequeños recuerdos y symbalousa. Permite que Dios te muestre que en todo momento ha estado contigo y que no tienes por qué temer.

En cada Navidad se renueva la esperanza del mundo en el Emmanuel, en el Dios-con-nosotros, en el Dios que nos acompaña hasta el final de la historia; en el Dios que ha querido compartir con nosotros nuestra propia historia. Seguramente habremos tenido problemas y es seguro que los tendremos en el futuro, pero en todo momento podremos contar con la ayuda y el amor de Dios, que nos ha mostrado en Jesús que nada es imposible para el que tiene fe y que la vida vale la pena porque en ella encontramos el amor y la fuerza de Dios que construye la civilización del amor.

En estos días, cuando las espesas nubes de la desconfianza en el futuro se ciernen sobre el pueblo cristiano, recordemos las palabras del profeta: “Sobre el pueblo que caminaba en tinieblas ha brillado una gran luz”, esa luz es la Luz de Cristo y de su Evangelio.

Toma ahora algunas de las fotografías y recuerda esos momentos en los que Dios ha ido construyendo tu historia y, como a María, te ha envuelto en su misterio de amor. Cierra tus ojos y symbalousa.

Al final sería maravilloso que, con aquellos que forman también parte de este proyecto, compartieras el proyecto de amor de Dios para ti, y que con gran confianza celebres en esta Navidad la presencia del DIOS-CON-NOSOTROS.

¡Feliz Navidad!